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2-DOCUMENTOS | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
GENT DE MAR - Col-lecionable del diari AVUI Capítulo primero; "Quan Catalunya va fer les Amèriques" - Autor: Joan Tudela - Página 1 *************************************************************************
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GENT DE MAR - Col-lecionable del diari AVUI Capítulo primero; "Quan Catalunya va fer les Amèriques" - Autor: Joan Tudela - Página 2 ******************************************************************************
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GENT DE MAR - Col-lecionable del diari AVUI Capítulo primero; "Quan Catalunya va fer les Amèriques" - Autor: Joan Tudela - Página 3 ********************************************************************
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GENT DE MAR - Col-lecionable del diari AVUI Capítulo primero; "Quan Catalunya va fer les Amèriques" - Autor: Joan Tudela - Página 4 ************************************************************************************
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GENT DE MAR - Col-lecionable del diari AVUI Capítulo primero; "Quan Catalunya va fer les Amèriques" - Autor: Joan Tudela - Página 5 *********************************************************************
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GENT DE MAR - Col-lecionable del diari AVUI Capítulo primero; "Quan Catalunya va fer les Amèriques" - Autor: Joan Tudela - Página 6 *****************************************************************
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GENT DE MAR - Col-lecionable del diari AVUI Capítulo primero; "Quan Catalunya va fer les Amèriques" - Autor: Joan Tudela - Traducción con ordenador al castellano, con muchos errores pero se entiende, que es, en definitiva, lo único importante de un idioma. ***************************************************************** A la historia de Catalu a ha habido dos épocas en que el comercio maritimo, la construción naval y otras actividades marineras han sido uno de los pilares de nuestra prosperidad económica. La primera fue durante los últimos siglos de la Edad Media, cuando Barcelona era una capital comercial que vivía de cara en el mar, y los mercaderes catalanes recorrían todos los puertos de la mar Mediterránea. La otra época de oro del trafico marítimo va comenzar cuando los catalanes descubrieron comercialmente América, que no fue hasta el siglo XVIII. Aunque fue precisamente en Barcelona, al salo del Tinell, donde parece ser que los Reyes Catolicos recibieron Cristofor Colom cuando volvió de su primer viaje a América, la verdad es que Ia colonizacion del Nuevo Mon fue obra sobre todo de La Corona de Castilla. La reina Isabel dejó establecido en los suyo testamento que la conquista de las Indies era una empresa reservada a sus subdits Y a los descendentes. Los puertos de Sevilla y de Cádiz tuvieron el monopolio del comerc con las Canaries y con todas las tierras conquistadas a l‘otra banda de Y’Atlantic, hasta la segunda meltat del siglo XVIII. Se cierto que algunos mercaderes catalanes hicieron operaciones comerciales a través de Sevilla, por de hecho Catalu a no fue muy presente a la colonitzacié de La América hispana. Sobre todo,perqué hace cinco—cents a os, cuando Colom planta Vestendard de Castilla en tierra americana, Catalu a era un pais empobrecido y despoblado por las pestes, desolado, arru'inat. Eran a os malos para Catalu a. Los catalanes eran cinccents mil el a o 1300, en tiempo de esplendor medlterranla. En cambio, el 1492 la poblacio catalana se había redu`it a menos de la mitad. No es hasta después del a o 1700 que Catalu a recupera el medio milio de habitantes. Se comprende, por lo tanto, que en los siglos XVI y XVII, que fueron los del asentamiento castella a America, Catalu a vivía hundida, sin ll-Iusio politica y sin empujón economica. Tiempo de prosperidad En cambio, el siglo XVIII sera de una gran prosperidad económica y social en Catalu a, a pesar de que va comencar con una gran derrota politica l militar. El once de septiembre de 1714 cayó Barcelona, en el que fue Y’ultim acto de la guerra que los catalanes perdieron ante Felip V,el primer rey espa ol de la dinastía de Borbones. Las instituciones catalanas, como la Generalitat y el Conseil de Cien, fueron suprimidas. Catalu a perdió su independence politica, y va comencar la persecucio oflcial contra Ia lengua catalana. Aun así, todo estaba a punto para una prosperidad continuada del pais. La poblaclo catalana volvía a ser de medio mlllol de personas, y ya no pararía de crecer. El agricuItura fue la base de esta prosperidad. Los cultivos se extendieron, las técniques agraries mejoraron y había excedentes que pedían un mercado donde ser exportados. En las comarcas de la franja litoral, la produccié de vino y aiguardent, primero,y más adelante la industria del corcho dedicada a hacer tapones l las fabricas de indianes crean un dinamismo economic notable, subrayado por el hecho que vuelve a coger volada la construccio naval, que la pesca mejora con la aplicacio de nuevas artes, y la navegacio mujer trabajo cada vez además pilotos y marineros. Los fabriacants, los financieros,los comerciantes, los navegantes se veían con corazón de lanzarse a empresas ambiciosas. Ya decades antes de los decretos de Carles III liberalizando el comercio con las Ameriques, que fueron el 1765 Y el 1778, los marineros catalanes se aventuraron a cruzar Y’Atlantic, la Mar Grande, como lo denominaban al principio los catalanes. iban con embarcaciones medlterranies, que no eran las más apropiadas para adentrarse a la 0cea. Eran tartanes, xabecs l barcas, sagetles y pincs, con velas latinas, embarcaciones peque as y con poca tripulacio, que navegaron por la Mar Grande ya durante la primera mitad del siglo XVIII, sin esperar la llegada de una legislacio más favorable para los intereses maritims catalanes. Pierre Vilar, a su conocida obra Catalu a dentro de /Espa a moderna, se refiere a estas embarcaciones pioneras del comerc maritim de los catalanes con las Amériques: "Nuestras barcas de Canet, de Arenys, de Mataro, de Torredembarra, de tan humilde aparenca, han pasado por su actividad y por su número, en menos de medio siglo, de un papel puramente regional a un papel espa ol, colonial, mundial". La perla de Catalu a Junto a las barcas que hacen la ruta de la AtIantic aparecerán los barcos más grandes, que acontecerán a la larga los classics de la aventura americana de Catalu a: fragatas, bergantins, paquebots. La Real Compa ía de Comerc de Barcelona, fundada el 1755, que tenía unas condiciones privilegiadas para comerciar con las islas de Puerto Rico,Margarita y Santo Domingo, significó un paso adelante para la rotura del monopolio portuario castella, entonces centrado en Cádiz, que a comencaments del siglo XVIII sustituyó Sevilla como puerto unic de comerc con América. Los barcos de la Compa ía de Barcelona, pero, pudieron comerciar directamente con las tres islas mencionadas, aunque, aixo si, al retorno tenían que tocar obligatoriament el puerto de Cádiz. Los barcos de Ia Compa ía eran ya más apropiados a la navegacio atlantica, Y tenían más capacidad. tuvo siete en propiedad, de los cuales cuatro eran fragatas, dos pincs y un paquebot. El más famos de los siete barcos fue la fragata Nuestra Se ora de Montserrat y San Antonio de Padua, más conocida como la perla de Catalu a. Hizo ocho viajes enteros a América llevando mercancías de la Compa ía de Barcelona, y todavía hizo un servicio postum a las actividades marineras al ser hundida como perllongacio del dique del puerto de Barcelona. A pesar de ser uno de los barcos más granos de la Compa ía, tenía unas dimensiones más bien redu`ides: 26,5 metros de eslora, 7,6 metros de manega, y 3,6 metros de puntal. Pero Y’evolucio técnica de los barcos y de la contruccio naval catalana permitió, en pocos a os, que Catalu a dispusiera de una flota comercial muy adaptada a la ruta atlantica. De las barcas, sageties, tartanes, paquebots y primeras fragatas, al siglo XVIII, pasó—se a los barcos del XIX: fragatas, bricbarques, bergantins, bergantins-goletes. Este barcos eran forca más grandes, y representan la culminacié de la construccio naval en madera y de propulsio a vela. A mediados del siglo XIX, eran numerosas las embarcaciones construides a los astilleros catalanes de la costa de Levante que superaban los 100 metros de eslora. Comerc libre A pesar de que la Compa ía de Barcelona significó un primer paso importante para el comerc directo entre Catalu a y América,el empujón legal definitivo la dieron los decretos del comerc libre, firmados por Carles lll, el primero el 16 de octubre de 1765, y el segundo el 12 de octubre de 1778. Gracies a estas medidas, los puertos de Barcelona y Los Alfacs pudieron comerciar de manera directa con los puertos de l‘otra banda de la Atlantic. Las puertas de América van obrirse de par en par para los catalanes. Y fue más que nada la Catalu a Iitoral, es decir, los catalanes que vivían de cara en el mar los principales protagonistas de nuestra aventura americana, que tuvo lugar durante los siglos XVIII Y XIX. La mayoría de nuestro comerc con las Amériques se hacía con barcos catalanes, cosa que hizo crélxer los astilleros de nuestro litoral. A I’hora de zarpar hacia América, cargaban aqui tanto productos de la tierra como manufacturas. El aiguardent Y sobre todo el vino era uno de los cargamentos habituales, perque al Caribe y a la costa atlantica de Sur-america, debido al clima, no se hacían bien las vi as, de forma que el vino catala que llegaba era muy apreciado. Posteriormente, grandes cantidades de frutos secos del Campo de Tarragona (almendras, avellanas, pasas) también eran embarcados hacia América, donde apreciaban igualmente este otro regalo de la agricultura mediterrania. De hecho, el exportacio de frutos secos ha sido una constante en nuestra histeria. Durando Y’Edad Media, las naves catalanas ya iban a vender frutos secos a otras orillas del Mediterráneo. Y hoy se mantiene con forca el exportacio catalana de frutos secos, que ahora se orienta hacia Europa. Las otras mercancías que embarcaban hacia America eran trapos, teles, metal-lurgia y papel, y también tejidos de coto de las fabricas de indianes que se van instal-lar bien pronto. Cuba y los "americanus" Durante el siglo XIX, a veces, los barcos iban dlrectament hacia Cuba, que fue el centro principal del comerc de Catalu a con la otra banda de la AtIantic. Otras veces, pere, los barcos seguían la llamada ruta del tasajo. Entonces iban en Buenos Aires, donde venían las mercancías catalanas, y alla cargaban tasajo, que era carne de buey salada, y la llevaban a vender a las Antillas, donde servía de alimento para los esclavos negros. En el viaje de vuelta, los barcos llevaban hacia Catalu a los pagos en plata, productos alimentarios y medicinales de alla (como azúcar, cacau, qué y jalapa), y materies primeras para Ia industria, como tintes, cuiros y coto en rama. Un viaje hacia America no era cosa de pocos días. Cuando los marineros veían desapareixer la costa catalana a Y'horitzé, sabían que tardarían mucho tiempo a tornarhi. Uno de los motivos era que a menudo la estancia en Cuba se prolongaba durando bastantes meses. En estas circumstancies, no eran pocos los marineros catalanes del epoca que tenían dos mujeres; por ejemplo, una al Maresme y otra a l‘Habana. Cuando se retiraban, aixe si,venían a morir en Catalu a, donde los que habían hecho fortuna se hacían construir las edificaciones lujosas que la gente bautizó como casas de americanus. De las casas de americanus quedan de muy notables. Una de las más exotiques es la residencia y el parque de los Sama, cerca de Cambrils. Va comencar a construirse Y’a o 1881, cuando la familia de los Sama ya se había enriquecido con el comercio con Cuba. El arquitecto Josep Fontseré, el mismo que proyectó el Parç de la Ciutadella de Barcelona, miró de recrear en el parque Sama el amblent colonial cuba. Árboles tropicales, que hoy sue o ya centenarios, y los nombres de algunos rincones, como el pavello de los loros o la cueva del pirata, evocan en efecto los aires caribenys. Aunque no siempre tan lujosas, de casas de americanus hay por toda la costa. A veces, alienadas, como pasa en una calle de Sitges donde todo sue o casas de americanus y que se llama, preoisament, calle de I’iIla de Cuba. La mala consciéncia Los americanus devueltos no solamente se hacían hacer casas, siné que también edificaban obras de beneficiéncia. Se el caso del Hospital Xifré, de Arenys de Mar, que más adelante ha servido de escuela. Entre los americanus, normalmente de consciéncia bien catolica, no faltaban los que debían de gran parte de su fortuna al negocio negrero. Algunos miraban de compensar con la beneficiencia las ganancias obtenidas con lo inhuma comerc negrero. En una obra de teatro de en Pitarra, aparece un negrero arrepentido que hace construir un hospital a su pueblo, exactamente como hizo Josep Xifré en Arenys de Mar. El mismo personaje teatral explica aixi su comportamiento: "Aixi estamos de todo en paces, perqué está claro que, si algún día varem hacer en el mon tanto de mal, y ahora lo pagamos tent tanto de bien, tantos a tantos, y estamos pagados". La obra más notable de Y'americanu Josep Xifré, que se convirtió en el hombre más rico de todo Espa a, sue o pero los porches del paseo de IsabeI ll, en Barcelona. Ahora hace cien cincuenta a os que empezaron las obras de la que fue la lujosa casa barcelonesa de en Xifré,catala, americanu, comerciante, negrero, riquissim Y, además,maço. Marineros, navieros Y comerciantes catalanes participaron en el negocio negrero desde finales del siglo XVIII hasta Ia decada de los sesenta del siglo pasado. Los beneficios del comerc de esclavos fueron espectaculares. La economía azucarero Y cafetera de Cuba y Puerto Rico reclamaba cada vez más ma d‘obra negra, y los hacendados de las Antillas no querían saber nada de I’abolicio de I’esclavitud, que acabaría imponiéndose en Inglaterra Y a los Estados Unidos. Desde 1789 hasta 1820 los negreros tuvieron la ley a su favor,puesto que el comero de esclavos era legal. Durante esta epoca legal, los valxells catalanes transportaron en Cuba más de treinta mil esclavos negros, que iban a capturar a las costas de Africa. A partir de 1820 se prohibió el comerc de esclavos, pero las autoridades espa olas hicieron mucho la vista gorda, y los negreros catalanes, junto con los de otros muchos paisos, continuaron haciendo negocio y trasladando miles de negros hacia Cuba durante cuarenta a os más, hasta el 1860. La travesía infernal de los negros La tripulacio de los valxells negreros eran gente de un coraje y de una dureza no muy comunes.Estos traficantes de carne humana, además, tenían que ser bonos navegantes, para poder cruzar el AtlantIc Y para poder huir de las naves inglesas que perseguían los barcos negreros. A veces, se encomendaban a Dios y a la Virgen María l a todos los santos para salvarse de la justicia antiesclavista inglesa y de los perllls del mar. Si se salían, para cumplir la prometida que habían hecho implorando al cielo en la hora de peligro, en tcrnar ofrecían ex-votos, que eran peque os objetos artistics que solían recordar el peligro que habían vivido. Se el caso, por ejemplo, de un cuadro del Museo Maritim de Barcelona que representa un velero catala que consiguió huir de un vaixeil de vapor ángulos, según la tripulacio negrera gracies a la intercessio celestial, pero en realidad gracies a los remos y botas que lanzaron al mar hasta hacer encallar la pala del vapor. Para los negros, el viaje, que podía durar hasta tres meses, era infernal. Encadenados y estibados los unos con los otros para ocupar el minim espacio posible, remachan el agua y el alimento indispensables para sobrevivir y, cada dos o tres días, eran llevados a cubierta a estirar las piernas para no quedar del todo encercarats. No es extra o que, en estas condiciones,muchos no quisieran continuar viviendo, pero ni el derecho a morir tenían, puesto que si se negaban a comer eran alimentados a la fuerza. Los esclavos negros no pisaron nunca la costa catalana. Los barcos iban a buscarlos en las costas orientales de Africa. Alla o bien los capturaban directamente o bien los compraban a los caciques negros de algunas trlbus que se habían especializado en la caza de sus hermanos de piel, condenados Ilavors a la penosa travesía de Y’Atlantic, para ir a parar en el mercado de esclavos caribe os o del Brasil. Cuando hombres, mujeres y ni os negros llegaban a las Antillas, los traían durante algunas semanas en unos lugares donde se re- felen de Ia travessla l se engordaban. Un golpe recuperados, muy alimentados, limpios y enllustrats con aceite eran vendidos para trabajar en las plantaciones. El naviero, el comerciante y el capita del barco se llevaban los grueso de los beneflcis, pero la tripulacio también participaba en las ganancias, que eran extraordinarios, mucho más grandes que los que proporcionaba lo ya prosper comerc normal. Se esta rao, naturalmente, la que explica el gran volumen y la larga duración del comerc de esclavos, que no se paraba ni ante prohibiciones legales ni ante consideraciones morales. EI trafic de negros, que ya era vergonzante entonces, incluso cuando era legal, lo es todavía más visto con la mentalidad actual. Por aixo es una pagina de la Historia que se tendeixa silenciar. Pero el cierto es que todas las naciones maritimes europeas, desde los suecos hasta los portugueses, participaron, con gran da o moral y gran ganancia economic en todos los casos. Marineros anonims Para los catalanes costeros del siglo pasado, Cuba no era una cosa remota, sino una realidad cotidiana. La gente de Cadaqués, por ejemplo, presumía de no haber ido nunca en Figueres, y menos todavía en Barcelona, y en cambio de embarcarse a menudo hacia la perla de las Antillas. Han pasado a la Historia en majuscula los americanus mes ricos, algunos pilotos, como Joan Mirambell, que con un gesto de audacia superó la prohibicio de co- merciar con la Uruguay llegando con su pollancra—goleta Constancia al puerto de Montevideo, algunos barcos concretos, como lo bric-barca Pablo Sensato que hizo una travesía de allo más rapida —quince días- entre Charleston y Gibraltar, y también han pasado a la Historia con nombre y apellido algunos negreros famosos. Pero los granos protagonistas de la aventura americana de Catalu a fueron los miles de marineros anonims. Eran hombres que conocían bien los trabajos de la mar, perque las aprendían ya de peque os. Eran gente de mar, que se enfiIaven con los pies descalcos al arboradura del barco, y hacían frente a todos los peligros de la navegacié. Los navegantes más afortunados —una minoría— pudieron estudiar en las escuelas de nautica, que, ya desde la segunda mitad del siglo XVIII, se estabIiren a nuestra costa, y que concedían los titols de piloto, segundo piloto y primero piloto. Las escuelas de Barcelona y de Arenys de Mar fueron las más importantes. Otros marineros, sin estudios,llegaban a tener el carrec de nostramo, que era el que mandaba directamente los marineros, obedeciendo las órdenes del piloto. A partir de 1870, Catalu a ya no supo adaptarse a las nuevas formas del comerc entre las dos orillas de Y’Atlantic. Los barcos de casco de hierro y propulsié mecanica fueron sustituyendo los barcos de madera, Y las drassa— nes catalanas no supieron renovarse. Otros Estados sustituyeron Espa a en el comerc con las colonies, la mayoría ya independientes. Además, con el fin del siglo XIX Espa a perdió las ultimas colonies. De todas maneras,los comerciantes catalanes no dijeron del todo adiós en Cuba, y mantuvieron un cierto comerc especialilzat y propiedades importantes hasta el triunfo de la revolucio de Fidel Castro. También se ha mantenido un cierto comerc maritim con otros puertos de America, pero ya ha quedado escrlt al libro grande de la Historia que la época de oro del comerc catala con América fue durante los siglos XVIII y XIX. De aquelIa época prospera, han quedado vestigios culturales. La arquitectura de los americanus. Unas cuántas obras literaries que hacen referéncia. Y también ha quedado una musica, unas cancons, que itenen hoy en día mclts adeptas. Se ideal cantarlas bien al lado del mar, a la arena de una playa, por la noche, tomando un buen quemado de ron. Se trata,está claro, de las habaneras, que cantan historias de la aventura americana de Catalu a. Pero la cosa de más transcendéncia del tiempo en que Catalu a hizo las Amériques han sido el factor economic. Gracies al comerc con America, se formaron capitales que permitieron en Catalu a hacer Ia revolucio industrial y convertirse en la fabrica de Espa a, como decía el titol de una exposicio reciente. La industrialitzacio e Ia prosperidad de la Catalu a contemporania vienen, por lo tanto, en gran parte, del comerc con America. Su influéncia en la nuestra Historia contemporania ha sido decisiva. |
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2-2 REVISTA TAG - Numero 28 de diciembre de 2002 - "Vaixells negrers despatxants des de Tarragona", 1815-1820 - Página 1 ******************************************************************************************************
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2-2 REVISTA TAG - Numero 28 de diciembre de 2002 - "Vaixells negrers despatxants des de Tarragona", 1815-1820 - Página 2 *********************************************************************************
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2-2 REVISTA TAG - Numero 28 de diciembre de 2002 - "Vaixells negrers despatxants des de Tarragona", 1815-1820 - Página 3 ***************************************************************************
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2-2 REVISTA TAG - Numero 28 de diciembre de 2002 - "Vaixells negrers despatxants des de Tarragona", 1815-1820 - Página 4 *******************************************************************************************
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2-3 REVISTA "EL TEMPS D'HISTORIA" / Suplement mensual publicat a EL TEMPS, núm. 1030: LA FI DE LA ESCLAVITUD / "ELS CATALANS EN EL TRAFIC D'ESCLAUS" / Pelai Pagès i Blanch, Universitat de Barcelona
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2-3 REVISTA "EL TEMPS D'HISTORIA" / Suplement mensual publicat a EL TEMPS, núm. 1030: LA FI DE LA ESCLAVITUD / "ELS CATALANS EN EL TRAFIC D'ESCLAUS" / Pelai Pagès i Blanch, Universitat de Barcelona |
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2-3 REVISTA "EL TEMPS D'HISTORIA" / Suplement mensual publicat a EL TEMPS, núm. 1030: LA FI DE LA ESCLAVITUD / "ELS CATALANS EN EL TRAFIC D'ESCLAUS" / Pelai Pagès i Blanch, Universitat de Barcelona |
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2-3 REVISTA "EL TEMPS D'HISTORIA" / Suplement mensual publicat a EL TEMPS, núm. 1030: LA FI DE LA ESCLAVITUD / "ELS CATALANS EN EL TRAFIC D'ESCLAUS" / Pelai Pagès i Blanch, Universitat de Barcelona |
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