(Folcl.) Danza española , de ritmo ternario, que se ejecuta con acompañamiento de guitarra, o incluso de orquesta de pulso y púa. En ella, los brazos han de llevar consigo el mayor encanto del baile, que tiene un ritmo muy marcado y de insistente monotonía, llevado por las castañuelas, palillos o pitos (nombre y tamaño, según las regiones), y respaldado constantemente por el tambor, pandero o tamboril.

En Aragón, es una de las danzas consideradas de ceremonia, por las ocasiones en que se bailaba, y por los trajes utilizados para hacerlo (generalmente, tejidos de raso y tonos pastel). En muchos casos, dentro del bolero se incluye una parte de jota, con lo que la velocidad o aire varía, para enlazar al final con el propio tema principal del bolero, pero ejecutado más rápidamente, hasta terminar con un acelerando.

El bolero procede de las seguidillas , y por decirlo así, las supera, quedando aquéllas más propias del pueblo llano, y éste más señorial; a veces, era bailado por las personas mayores al terminar las solemnidades, para dar paso luego al gozo popular, con las boleras .

Por la monotonía de su ritmo y por el tipo de acompañamiento de percusión que en él se utiliza, el bolero parece emparentado con algunas danzas árabes, y de hecho dentro de las abundantes danzas populares españolas, gran parte de las danzas levantinas, y en general, de las zonas con mayor influencia arabizante, tienen un ritmo muy semejante al bolero.

En 1780, el bailarín español Sebastián Lorenzo Cerezo, presentó una danza de este tipo y con este nombre, y muy rápidamente alcanzó una enorme difusión, hasta el punto de que compositores de talla universal se sintieron atraídos por este tipo de ritmo, y alguna vez lo cultivaron en sus obras (Chopín, opus 19, para piano; Ravel, Bolero, para orquesta, 1928). También en varias óperas (Méhue, Weber, Auber) encontramos algunos temas de bolero. En Aragón encontramos abundancia de boleros, con alguna pequeña influencia interzonal.

• Folclore: Dieciochesco y supuestamente inventado por Sebastián Cerezo, manchego, o Antón Boliche, sevillano, acomodando éste al compás y la medida de tal baile lo básico del fandango y demás bailes de su tiempo. Como dice Campmany, alcanzando el apelativo de «baile nacional» e interpretándose al final de las funciones teatrales como «salsa de la comedia»; como siempre, a la adopción del bolero por los señores siguió la imitación del pueblo y de los bailarines de teatro.

En Aragón se difundió por todos los pueblos, que introdujeron pequeñas variantes en Castellote , Caspe, Alcañiz , o Valderrobres . Las «boleras» castellanas pueden dar el esquema del bolero aragonés; primero se forma un corro, con hombres y mujeres cogidos de la mano y sin bailar, soltándose y haciendo la primera figura como una jota, cambiando la pareja después; la segunda parte o «cadena» se hace con las parejas, cogidas sus manos derechas; en la tercera, o «puente», una pareja levanta los brazos y las otras pasan bajo ellos; la cuarta es una especie de jota, deshaciendo el corro. El bolero de Caspe, que según las coplas «lo han traído de Castellote», tiene los primeros compases de dulzaina y tamboril para invitación al baile y preparación de las parejas, y termina, como dice Mingote, «eslabonando un aire de jota con un fragmento de bolero, cuyo ritmo, figuraciones rápidas, parece distinto al de la jota anterior en su última parte»; la acomodación que de este bolero se ha hecho para rondalla ha desnaturalizado algo su viveza y mucho el esfuerzo y habilidad del gaitero.

Poco podemos añadir del bolero de Tauste  o del de Valderrobres, olvidados hace tiempo. Se puede añadir el fandango de Rubielos de Mora , también con muchos contactos con la jota; así una letra dice «En un tiempo, vida mía, / te criabas para mi; / ahora que te has vuelto cuesta / ya no te puedo subir».

• Bibliog.: 
Mingote, Ángel: Cancionero musical de la provincia de Zaragoza; Zaragoza, 1950.