El corrido es una forma
musical y
literaria
popular del área cultural mestiza
mexicana. Derivado a lo largo del
siglo XVIII del
romance
español, entre otras formas populares traídas de
Europa, en su forma mejor conocida consiste de:
-
un saludo del
cantor y prólogo de la historia;
-
desarrollo de la
anécdota;
-
moraleja y
despedida del cantor.
Los corridos son casi
de generación espontánea, creaciones ingenuas, populares de
autores anónimos. Son además formas cantables. En casi todos los
pueblos de México se cantan corridos al compás de las guitarras.
Hay corridos con temas
amorosos, crónicas de sucesos naturales, y desde luego relatos
de hechos históricos que vienen desde los días de la
Independencia, hasta las convulsiones de la Revolución Mexicana,
pasando por los episodios conocidos con el nombre génerico de la
Reforma cuando aparece la figura gigante de Benito Juárez, la
exótica del Emperador Maximiliano, el perfil de los invasores
franceses y el triunfo de la República.
Mediante el corrido el
pueblo recoge, difunde y perpetúa las noticias que le afectan,
cantándolas en verso asonantando (de ocho sílabas generalmente)
con el acompañamiento de la guitarra.
Hasta el arribo y
consolidación de los medios electrónicos de comunicación masiva
(mitad del
siglo XX), el corrido fungió en México como un medio
informativo y educativo de primer orden, incluso con fines
subversivos, debido a su aparente simplicidad lingüística y
musical, apropiadas para la transmisión oral. Tras popularizarse
el
radio y la
televisión, el género ha evolucionado hacia un nuevo estado,
aún en proceso de maduración, aunque la mayoría de los
especialistas asegura que está muerto, o por lo menos agoniza
desde entonces (véanse las afirmaciones de Vicente T. Mendoza en
El corrido mexicano, 1954).
Los ejemplares vivos
más antiguos del corrido son versiones transculturadas de
romances españoles o leyendas europeas, relativos
sobre todo a amores desgraciados o sublimados, así como a temas
religiosos. Éstos, que incluyen (entre otros) "La Martina" y "La
Delgadina", muestran las mismas pautas estilísticas básicas que
la mayoría de los corridos posteriores (tiempo de 1/2 o 3/4 y
composición literaria en "verso menor", es decir, versos de ocho
o menos sílabas fonéticas, agrupados en estrofas de seis o menos
versos).
Fue hasta la
Guerra de Independencia (1810-1821), y de ahí a lo largo de
la
Revolución Mexicana (1910-1921) y las revueltas religiosas o
caciquiles (1926-1934) originadas por el nuevo orden político,
que el género prosperó y adquirió los conocidos tonos "épicos"
que tanto se resaltan, así como la estructura narrativa en tres
instancias antes mencionada, produciéndose el grueso de los
ejemplares vivos, que se refieren a líderes revolucionarios,
religiosos o populares, así como sus hechos o, incluso, su "martirologio".
Con la consolidación
del "Presidencialismo"
(orden político instituido tras la Revolución Mexicana) y el
éxito de los medios electrónicos de comunicación masiva, el
corrido perdió mucho de su papel informativo, volviéndose, por
una parte, un ingrediente del culto folclorista, y por otra, en
la voz de los nuevos subversivos: trabajadores oprimidos,
productores y traficantes de drogas; activistas de izquierda,
campesinos emigrantes (sobre todo a
EE.UU.).
Esta vertiente es la
considerada por los académicos la etapa "decadente" del género,
que tiende a borrar las características estilísticas y
estructurales del corrido "revolucionario" o tradicional, sin
mostrar aún una pauta clara o unificada de evolución. Esto es
representado sobre todo por el "narcocorrido",
canciones dedicadas a figuras relacionadas con el narcotráfico,
muchas veces ordenadas y pagadas por ellos mismos a músicos y
compositores.(véase:
Música mexicana moderna y contemporánea).
Variaciones
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En el área cultural
mestiza mexicana, estas tres variantes del corrido (romances
transculturados, corridos «revolucionarios» y los modernos)
están igualmente vivas y son cantadas por igual, a la par que
otros géneros populares narrativos, como la "Valona"
de
Michoacán, el "Son
arribeño" de la
Sierra Gorda (Guanajuato,
Hidalgo y
Querétaro) y otros. Su vitalidad y flexibilidad permiten que
en la actualidad existan letras originales de corridos
interpretadas en géneros musicales extranjeros, como el
blues
y el ska,
e incluso letras no en español, como las traducidas o compuestas
por las comunidades indígenas de México o por las comunidades "chicanas"
en EEUU, en inglés o en "espanglis".
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